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Suelten las amarras! y desplieguen las velas! A navegar el abismo
La garganta está llena de gritos ahogados, y sin tiempo a soltarlos, se acumulan cada vez más. Desde las entrañas, todos patean hacia fuera, queriendo expulsar el dolor. Los huesos se sienten astillas envueltas en papel, a punto de vencerse. Los puños bien cerrados, clavan las uñas en las propias manos, golpeando todo a su paso.
Es la impotencia de enfrentarme a que ahora que sos un completo extraño.
Al principio las lágrimas caen solas, un par de instantes después que el aire se acabó. Se convierte pesadamente en un llanto profundo, silencioso y ahogado. ¿Cuánto tiempo? Creciendo, cobra fuerza, electrizando la mente y el cuerpo. Baña mi cara, y la tiñe del color de las vísceras, de la guerra. La desesperación de no gobernar la mente, contrae todos los músculos de repente, y claman por relajo ¿Quizás en el piso?
Las uñas, furiosas, buscan en mi cuerpo, desagotar meses de dolor que, de todas formas, no me abandonará tan fácil.
En medio de la batalla, me empiezo a marear, todo comienza a dar vueltas ¿Hace cuánto que no estoy respirando? En un intento desesperado, las bocanadas se convierten en gritos, buscando oxígeno que alcance, ¿Quizás ayuda? Ataque de pánico.

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