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Suelten las amarras! y desplieguen las velas! A navegar el abismo
El golpe se puso en marcha en la madrugada del 28 de junio de 1966. Alrededor de las 5 de la mañana en el despacho del Dr. Illía irrumpieron los golpistas. Eran el general Alsogaray (hermano del entonces ministro de economía) y los coroneles Perlinger, Gonzalez, Miatello, Prémoli y Corbetta, y allí se produjo el siguiente diálogo:

Alsogaray: -Soy el general Alsogaray y vengo a cumplir órdenes del Comandante en Jefe.
Illía: -El Comandante en Jefe soy yo. Mi autoridad emana de la Constitución que nosotros hemos cumplido y que usted ha jurado cumplir. A lo sumo, usted es un general sublevado.
Alsogaray: -En representación de las Fuerzas Armadas vengo a pedirle que abandone este despacho.
Illía: -Usted no representa las FF.AA, sólo representa a un grupo de insurrectos, usted y quienes lo acompañan actúan como salteadores nocturnos, que, como los bandidos, aparecen en la madrugada.
Alsogaray: -Lo invito a retirarse. No me obligue a usar la violencia.
Illía: -¿De qué violencia me habla? La violencia la acaban de desatar ustedes. El país les recriminará siempre esta ursurpación. El único jefe supremo de las FF.AA soy yo. Ustedes son los insurrectos. ¡Retírese!

(Los militares se retiran, una hora más tarde regresan los coroneles encabezados por Perlinger que replantea el ultimátum)

Perlinger: -Dr. Illía, en nombre de las FF.AA vengo a decirle que esta destituído.
Illía: -Traiga esas fuerzas.

(Perlinger se retira y regresa a las 7:25 am con doce integrantes de las Guardia de la Polícia Federal armados con pistolas lanzagases)

Illía: -Yo sé que su conciencia le va a reprochar lo que está haciendo.
Perlinger: -Usaremos la fuerza.
Illía: -Es lo único que tienen.

(El dr. Illía fue sacado por la fuerza de la Casa Rosada a las 8 am)

Así terminaba abruptamente el gobierno de un hombre decente que se retiraba de la casa de gobierno en un taxi acompañado por un colaborador y un oficial de Granaderos, el único cuerpo militar que le fue fiel hasta último momento y que le ofreció resistir con las armas. El dr. Illía agradeció y rechazó la oferta, no quería derramamiento de sangre. Los nuevos ursurpadores de la Casa Rosada demostrarían muy pronto que no portaban con aquellos principios humanitarios.




Fuente: Edición especial de "Caras y Caretas" sobre la noche de los bastones largos. Felipe Pigna

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